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Debate elecciones 2014/partidos políticos

by en 04/02/2013

 

Por: Jorge Varela y Laura Arango

Los cuatro artículos: “Cambiando las creencias” de Sebastián Narváez,  “La persistencia de los partidos políticos tradicionales” por Eduardo Acostamadiedo,  “El nuevo trampolín para la presidencia” escrito por Welfran Mendoza y “El que menos corre vuela” de Julio Jiménez da puntos claves sobre los partidos políticos, los actores involucrados en este proceso que se acerca. De esta manera, aunque existen similitudes entre los textos, que vale la pena resaltar, también se encuentran claras diferencias en lo que se quiere mostrar a través de ellos. En primer lugar, Narváez en su columna de opinión expresa como los partidos políticos han dejado de generar confianza en los individuos y se ha visto un personalismo, en el cual se ve más a los líderes que a los partidos como tal. Similar a esto, el análisis de coyuntura de Acostamadiedo hace un recuento más profundo de este problema, donde expone el debilitamiento de los partidos tradicionales colombianos a través de cifras, pero recalca su persistencia a diferencia de otros en la región. Un tercer texto, el de Mendoza, habla de las elecciones presidenciales, pero en vez de dar cuenta del declive de los partidos tradicionales, éste muestra la nueva guerra entre el Santismo y el Uribismo para las votaciones del 2014, pero expone como este escenario puede cambiar con la posible postulación de Ordoñez a la presidencia con el partido conservador, aclarando que ésta, hasta ahora es especulación. Una última columna de opinión escrita por Jiménez, da cuenta de los posibles contrincantes del presidente Santos, en caso de que vaya a reelección, mostrando no solo la oposición como el Polo Democrático o Uribe, sino a los ‘presidenciables’, refiriéndose en este caso al General Naranjo (quien podría ganar).

 Es pertinente resaltar que los dos primeros textos se enfocan más en cómo los partidos políticos tradicionales se han debilitado, el primero mostrando el personalismo existente que le da más importancia a los actores (pone ejemplos de Uribe o Fajardo) y el segundo haciendo un análisis donde da el contexto colombiano de los partidos analizando y mostrando cómo han fracasado los partidos tradicionales latinoamericanos. Los dos últimos textos expresan distintos marcos que pueden suceder en las elecciones 2014, donde se ven dos posibles escenarios con actores diferentes. Uno Ordoñez y otro con Naranjo. Claro está que los cuatro artículos, aunque diferentes, podrían de cierta manera complementarse dado que se podría ver y entender de manera más amplia el problema de las elecciones del 2014 y los nuevos actores que surgen, lo cual muestra un debilitamiento y a la vez una persistencia de los partidos tradicionales.

 Solo dos de los artículos dan cuenta de las fuentes utilizadas: el de Acostamadiedo y el de Jiménez. El primero utiliza fuentes académicas y periodísticas, a diferencia del segundo que sólo utiliza del segundo tipo (utiliza noticias de los portales de El Espectador, El Tiempo y noticias 24). En buena medida estas diferencias se deben a la naturaleza de los trabajos, puesto que el de Acostamadiedo se trata de un análisis de coyuntura, más extenso y más profundo por definición que las columnas. Así, abundan en su texto referencias a trabajos de reconocidos politólogos, como Mónica Pachón, Dávila Ladrón de Guevara, Francisco Gutiérrez, entre otros. Su fuente periodística es la Revista Semana. Esta diversidad de fuentes es una de las grandes fortalezas del análisis de dicho autor. Además, recurrir a la historia como herramienta analítica le permite observar de una manera amplia el problema. A diferencia de esto, las columnas de Mendoza y de Jiménez apelan a la especulación política, cada uno proponiendo un nombre diferente para cambiar el panorama electoral del país: Ordóñez y Naranjo, respectivamente.

 El recurso a la historia, como se vio, da una ventaja al texto de Acostamadiedo. A pesar de que la columna de Narváez toca el mismo tema, ésta no logra salirse de lugares comunes ni darle  una perspectiva de larga duración. ¿Desde cuándo proviene tal tendencia al personalismo? ¿Desde cuándo los partidos pierden confianza ante la ciudadanía? El problema va más allá de una coyuntura de los últimos años. Por lo demás, la evidencia presentada no es muy convincente, pues no desarrolla ningún caso preciso y más bien nombra someramente.

 En conclusión, los trabajos presentados exhiben diversas maneras de acercarse a problemas electorales y de partidos políticos. Las fuentes entre los textos varían, así como sus fortalezas y debilidades.

 

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